Después del movimiento de rotación llega el momento del protagonismo para los desdichados husos horarios, comienza el lío, un poco de literatura para solucionarlo.
EL PRINCIPITO
- ¿Qué planeta me aconsejáis que vaya a visitar? preguntó.
- El Planeta Tierra -le respondió el geógrafo- tiene buena reputación...
Y el principito partió pensando en su flor.
La Tierra no es un Planeta cualquiera..
Para que tengáis una idea de las dimensiones de la Tierra os diré que antes de la invención de la electricidad se debía mantener, en el conjunto de los seis continentes, un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.
Vistos desde lejos hacían un efecto espléndido. Los movimientos de este ejército estaban organizados como los de un ballet de ópera. Primero era el turno de los faroleros de Nueva Zelanda y de Australia. Una vez alumbradas sus lamparillas, se iban a dormir. Entonces entraban en el turno de la danza los faroleros de China y de Siberia. Entonces era el turno de los faroleros de Rusia y de la India. Luego los de África y Europa. Luego los de América del Sur y del Norte. Y nunca se equivocaban en el orden de entrada en escena. Era grandioso. Solamente el farolero del único farol del Polo Norte y de su colega del único farol del Polo Sur llevaban una vida ociosa e indiferente: trabajaban dos veces por año.
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